Hacia Julio de 2003, Ana Miralles presentó en esta misma sala una exposición que tituló "TORO". Sus óleos se basaban genéricamente en la temática taurina, pero no describían ningún aspecto lúdico de la fiesta, sino, como escribí en la presentación, respondían a las leyes de la plástica antes que a las de la temática. Esencialmente eran - decía - como una metáfora de cómo tenemos que actuar los humanos que, puestos en situaciones extremas, sentimos que debemos mantener nuestra propia identidad. Ahora la pintora expone de nuevo y me ha hecho el honor de querer que la vuelva a acompañar en el catálogo. Lo hago con mucho gusto y con la doble satisfacción de haber acertado en lo que entonces decía y con la de reencontrarme con una artista que plásticamente capta las situaciones anímicas más tensas y nos explica cómo, si somos fuertes de espíritu, podemos superarlas.

Ahora los cuadros de Ana Miralles nos trasladan a los bosques y las selvas que forman el inconsciente humano, aquel en el que los árboles de los sentimientos y de las ideas enlazan sus ramas de manera que se hace difícil ver el cielo y percibir la luz hacia la que queremos ir. Porque, además en nuestro interior hay como una especie de miedo al autoexamen, como si la introspección nos pudiese llevar al convencimiento de que somos demasiado débiles como individualidades ante la fuerza de una sociedad que quiere dominarnos y que en gran medida hace de nosotros sus súbditos.

Pero es un error del que nos libera la pintura de Ana Miralles, ya que en sus selvas oscuras, donde la frondosidad parece formar rejas preparadas para impedir el paso a los sentimientos, éstas, se abren a medida que las miramos con ojos llenos de ideas y permiten avanzar sin problemas hacia la realización de lo que deseamos, que en esencia es impregnarnos de luz de libertades que se encuentran al final del camino.

Pintar es, en gran medida, explicarse a si mismo y a la comunidad a la que se pertenece. No creo en absoluto en la objetividad del artista que no se toma a uno mismo como modelo, ya que dentro del desconocimiento general que tenemos del mundo psíquico, el nuestro es el más cercano. La artista, pues, tiene que ahondar en su propio yo aunque su trabajo nunca debe caer en acciones excluyentes. Y dado que toda obra humana que quiere llegar a los otros nace del pensamiento, en el de Ana Miralles veo la capacidad de interpretar con plástica de contenidos positivos las dificultades que a todos nos rodean. Y lo que es más importante en el arte: saberlo hacer con sentido del ritmo y con depurada voluntad de sencillez.